Periodista: Nos podría decir que es esto de la melancolía…
Sergio: Un término –o dolencia- como la melancolía, tiene una etimología que evoca leyendas, tiene tantas aristas que pueden ser vistas desde múltiples disciplinas…la melancolía ahora se llama depresión.
P: ¿Cuáles son los personajes más tocados por la melancolía en la literatura española?
S: Hay muchos. Por ejemplo, Segismundo de La vida es sueño de Calderón de la Barca, es un personaje melancólico. Y no olvidemos a Don Quijote de Cervantes, que al final de la novela muere de melancolía. Alonso Quijano aglutina dos términos que se aglutinan: melancolía y utopía.
Otro melancólico que ejemplifica la depresión es Hamlet de la obra Shakespiriana. Entre los literatos y los psicólogos le denominamos el danés melancólico.
P: Es curioso que siempre se relaciona lo artístico con lo melancólico…
S: No siempre. En la edad Media, era considerado un pecado (pereza); pero luego, desde el renacimiento, se la asocia a la genialidad. Desde entonces hay en ella una tradición literaria, pictórica y artística que perdura.
P: ¿En el melancólico se da un malestar?
S: Si se da un malestar e intenta corregir ese pasado que le pesa.
P: Que opina de la frase de que la melancolía es tan revolucionaria como la utopía…
S: Es una aseveración con muchas aristas. Si el sujeto utiliza ese malestar para hacer un cambio en su vida, entonces el uso de la melancolía o de cualquier enfermedad del alma (incluidas las psicosomáticas) si puede ser revolucionario. Sin embargo, esa frase también puede ser una apología de la depresión, es decir, algo muy dañino. A mi lo que me parece revolucionario es la lectura, la poesía, la constancia…me parece que no son actividades que nunca se pondrán de moda porque nunca pasan y siempre están ahí.
P: Decía Pascal Bruckner, en su libro La Euforia Perpetua, que la sociedad actual tiene la felicidad como obligación, y si no se logra uno se frustra.
S: Es una obligación que estaría bien incumplir, es como si nos obligasen a ser tontos…lo que pasa que ahora prolifera el concepto de felicidad ligado al contento generalizado…que es la satisfacción del consumista…a veces, se intenta alcanzar objetos de placer inmediato, urgentes, inaplazables no dándonos cuenta que muchos de ellos son perfectamente prescindibles.
P: Pero ahora uno puede medicarse y ser felicísimo.
S: Hay mucha crítica hacia la psiquiatría. Ciertos autores sospechan que la enfermedad es una enfermedad construida, en parte, por las farmacéuticas. Se potencia el consumo de fármacos. Tratan de paliar los síntomas y no buscar la causa de la enfermedad. Hay una sociedad que potencia el consumo de fármacos. Si usted, está triste tómese esto. Se medican a los niños y adolescentes.
P: Parece como si me hablara de “El mundo feliz” de Huxley.
S: Si, no se busca la salud del niño sino la tranquilidad de los padres oprofesores. Qué no de guerra el crío, que sea eficaz, que siga trabajando. En EEUU, por ejemplo es muy normal medicar a los adolescentes porque están un poco alterados.
P: Dice el psiquitra Carlos Castilla del Pino que nos han vendido el mito de la felicidad como inalcanzable, frustrante. ¿El saber es la mejor cura contra la depresión?
S: No. Por partes, más que hablar de la felicidad, tendríamos que hablar de las felicidades, porque cada ser humano debe construir las suya y no alcanzar, ni buscar…y cuando uno hace eso, hay momentos de felicidad. Si me parece un mito pero es razonable, hace bien tener un horizonte donde llegar. Sin embargo, el conocimiento no quita la depresión (he tratado a doctores en Filosofía que no se levantaban de la cama y se pasaban todo el día llorando), el saber (inconsciente) si podría aliviar parte de la problemática. Por comparar, ¿las caries te las quita el conocimiento de su existencia? –No- El saber entendido como mecanismos de prevención, articulación de cuidados sobre la persona si podría cambiar las caries. No obstante, hay momentos de malestar (y de caries) para todas las personas donde es necesario acudir a un especialista.
P: Recomendarías entonces una revisión en psicoterapia cada dos años.
S: Me parece que todas las personas deberían de pasar por un proceso terapéutico ya que abandonarían las infelicidades del pasado y podrían se más felices. Además, una revisión cada dos años paliaría una de las enfermedades más devastadoras de este siglo: la depresión.
P: La soledad y el aburrimiento también son contraproducentes…
S: Hay una relación entre la melancolía, la ociosidad y la melancolía. Una sociedad exclusivamente ociosa es una sociedad enferma según la teoría de la clase ociosa.
P: Pero esta apatía se daría también en otras épocas.
S: Por supuesto. En el renacimiento, la melancolía era denominada la enfermedad de la Corte, una afección aristocrática y no sólo intelectual como en la Grecia Antigua. No sé si Felipe II la padecería (risas), la verdad es que muy ocioso no era ya que tenía mucho trasiego en la Corte y en muchos países.